Historia

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Antiguo Colegio Claret de Aranda de Duero 

En Aranda, mencionar los " Misioneros Claretianos" es evocar una rica tradición de compromiso, estilo y dedicación al servicio de la comunidad. Fue el 22 de febrero de 1897 cuando los primeros Claretianos arribaron a la ciudad.

En el año 1899-1900 se intentó establecer una Segunda Enseñanza sin éxito, pero en su lugar surgió una Escuela Preparatoria de Carrera, que servía tanto para la formación eclesiástica como para el bachillerato, además de una clase de comercio.

El curso 1903-04 marcó el inicio del COLEGIO CORAZÓN DE MARÍA, con una matrícula inicial de 159 alumnos. Este colegio ofrecía clases desde párvulos hasta la educación superior.

Desde 1925 hasta 1950, el colegio evolucionó hasta convertirse en un Instituto de Segunda Enseñanza. Esta transformación fue impulsada por la Asociación de Padres de Familia y Amigos de la Enseñanza, creada en 1925 según los deseos del P. General de los Misioneros. Aunque se enfrentaron a desafíos, como la legalización y la interrupción de las clases durante la guerra civil, el colegio obtuvo su autorización definitiva en 1939.

En 1950, debido a la necesidad de convertirse en un Seminario Claretiano, el colegio cerró sus puertas como instituto, aunque la educación primaria continuó.

En 1970, con la nueva legislación educativa, se consideró una remodelación del colegio. Se optó por la construcción de un nuevo centro en terrenos adquiridos cerca del río Arandilla, inaugurando el actual COLEGIO CLARET en 1975.

A lo largo de los años, se han realizado diversas mejoras, como la construcción de un polideportivo en 1978 y la ampliación del colegio en 1996 para acomodar la educación secundaria. En 2005, se finalizó la última fase de construcción en la parte oeste del colegio, proporcionando más espacio para las clases de infantil, el comedor y los cursos de quinto y sexto de primaria.
 

El Colegio Claret ha evolucionado con el tiempo y la legislación educativa, pero mantiene su espíritu original. Aunque la presencia religiosa ha disminuido, los laicos han asumido roles de liderazgo con entusiasmo, tanto en la dirección como en la coordinación de departamentos y tutorías. Todos comparten la visión de una "misión compartida" en la educación.